¿Permiso?
Iba en el metro hace unos días, de pie, apoyada en el respaldo de un asiento, el bolso al hombro, uniforme escolar. Mis pesamientos situados en diversas incoherencias, entre ellas la idea de un beso; sí, un beso.
Estaba por llegar a la estación en que bajaba, caminé hacia la puerta. Justo allí había un chico que impedia el paso, no se veia mal, lo miré, me acerque y dije:
- ¿Me das un beso, por favor?
Un beso! O sea, ¿a quién más se le ocurre pedir un beso a un perfecto desconocido? Sólo a mi.
El tipo, al escuchar la pregunta me miraba con una cara de, cara de no sé qué, pero miraba extrañado.
Desde entonces, intento no pensar en cosas que puedan comprometerme o dejarme un poco en vergüenza. O sea, ¿se imaginan que hubiera pasado si hubiese estado pensando en sexo?
Estaba por llegar a la estación en que bajaba, caminé hacia la puerta. Justo allí había un chico que impedia el paso, no se veia mal, lo miré, me acerque y dije:
- ¿Me das un beso, por favor?
Un beso! O sea, ¿a quién más se le ocurre pedir un beso a un perfecto desconocido? Sólo a mi.
El tipo, al escuchar la pregunta me miraba con una cara de, cara de no sé qué, pero miraba extrañado.
Desde entonces, intento no pensar en cosas que puedan comprometerme o dejarme un poco en vergüenza. O sea, ¿se imaginan que hubiera pasado si hubiese estado pensando en sexo?
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